Muchos subestiman la fuerza de las palabras, pero pocos saben que una frase osada puede cambiar la vida de una persona. Esto es especialmente cierto si hablamos de los niños, que absorben todo como si fueran esponjas. Científicos confirman que una actitud cruel en la infancia tiene un efecto devastador en el estado físico y emocional de una futura persona adulta. En este artículo descubrirás qué consecuencias puede tener el uso de las frases más comunes por parte de los padres.
Smalljoys comprende que es imposible cambiar el pasado, pero puedes tratar de no cometer los errores de la generación anterior.
1. “Le contaré todo a tu papá”
Qué escucha un niño: “Tu papá y yo formamos parte del mismo equipo y si me he enojado contigo, él también lo estará”.
Consecuencias: Un niño piensa que si su papá apoya incondicionalmente a su mamá y nadie quiere escuchar su versión de lo sucedido, entonces significa que ambos están en su contra. Así aparecen sentimientos de soledad y falta de confianza, los cuales con el paso de la edad serán más fuertes.
Cómo mejorar la situación: por lo general, los niños se portan mejor cuando papá está en casa, ya que lo consideran como una figura de autoridad. Pero es más fácil confiar en las mamás, por eso es importante mostrarle a tu hijo que sabes cómo controlar la situación. Si necesitas contarle toda la información a papá, debes de preguntarle a tu hijo si quiere contar toda la situación. Enséñale a tu hijo a reconocer sus errores y a hacerlo de la manera más sincera.
2. “No hay nada tuyo, todo lo compramos nosotros”
Qué escucha un niño: “Incluso tu osito favorito no es tuyo y en cualquier momento te lo podemos quitar”.
Consecuencias: se infunden pensamientos de terror en un niño pequeño, ya que todo a lo que se ha acostumbrado (habitación, ropa, juguete), “en realidad” no es suyo. Sus cosas favoritas se convierten en el objeto principal de chantaje, y precisamente después de tales frases, los niños comienzan a entender que lo material en este mundo es mucho más importante que todo lo demás.
Cómo mejorar la situación: las cosas pequeñas que a una personas adulta le parecen insignificantes son muy importantes para un niño. El momento más esencial en la educación de un hijo es mostrarle que lo quieren mucho y nadie va a manipular sus sentimientos con ayuda de lo más preciado que tiene, incluso si esto es un osito de peluche.
3. “Un día de estos me vas a matar”
Qué escucha un niño: “Si a tus papás les pasa algo malo, entonces tú serás el culpable”.
Consecuencias: algunos padres están convencidos de que un niño tiene que estar agradecido con ellos por darle la vida, por eso cualquier objeción se considera un insulto personal. Por lo tanto, poco a poco aparece un sentimiento de inferioridad.
Cómo mejorar la situación: para comenzar, se tiene que entender que un niño es su propio individuo y el objetivo principal de los padres es criar a una buena persona, que en un momento se tendrá que dejar ir. Olvídate de las frases “me vuelves loco”, “por tu culpa me duele la cabeza”, “un día de estos nos vas a matar”, entre otras. En lugar de dramáticos espectáculos, explícale claramente la esencia de tus quejas, si en realidad existen.
4. “¿Quién querrá casarse contigo?”
Qué escucha un niño: “nadie te va a querer así”.
Consecuencias: tales “predicciones” por parte de madres y abuelas provocará un temor hacia el futuro y falta de confianza en sus propias fuerzas: si las personas más cercanas dicen que nada me saldrá bien, entonces así será.
Cómo mejorar la situación: presta más atención al carácter de tu hijo y no a su apariencia (la cual cambiará muchas veces), no impidas la autoexpresión. Y lo más importante, cree en tu hijo a pesar de que en este momento su imagen esté lejos de lo que te gustaría ver.
5. “Lo haré yo, tú todavía eres pequeño”
Qué escucha un niño: “No tiene sentido que te esfuerces, de todos modos no te saldrá nada” y “no se puede confiar en ti”.
Consecuencias: tal “cuidado” le quita las ganas a un niño y no le das oportunidad de aprender algo nuevo. Cuando el niño crezca, no podrá ser independiente y de lo único de lo que estará seguro es de que es un perdedor.
Cómo mejorar la situación: para un niño es importante entender qué papel desempeña dentro de su familia, y para una autoestima sana es necesario que pueda hacer aquello que le sale muy bien. Para esto se necesita práctica, por eso ten paciencia e inventa tareas que tu hijo pueda hacer de forma autónoma. Si ves que no le sale algo a tu hijo, no le ayudes, es mejor hacer preguntas estimulantes que le ayuden a completar la tarea.
6. “¿Por qué sacaste un ocho y no un diez?”
Qué escucha un niño: “No cumples con mis expectativas. Si fueras bueno, entonces tendrías un diez”.
Consecuencias: a los adultos se les olvida rápidamente cómo es ser un niño y creen francamente que ellos no tienen problemas y tampoco razones para preocuparse. Pero los niños también pueden experimentar estrés por muchas razones, por eso no hay que empeorar la situación. No contagies a tu hijo con “el síndrome del buen estudiante”, el cual en un futuro puede conllevar a una tragedia.
Cómo mejorar la situación: no olvides preguntarle a tu hijo cómo estuvo su día y si has notado algunas dificultades, entonces trata de ayudarlo. Si ves que tu hijo se ha rendido, enséñale a ver cualquier problema con perspectiva. Así podrás reducir la preocupación, ayudarle a encontrar la fuerza y el deseo de intentar hacer la tarea nuevamente.
7. “¿No quieres entender por las buenas?”
Qué escucha un niño: “Soy más fuerte, por eso siempre tengo la razón”.
Consecuencias: la intimidación deja de funcionar rápidamente si las amenazas no se hacen realidad. Si fue abuso físico, no te sorprendas si un niño sano posteriormente tiene problemas de salud: migraña, artritis, dolores en la parte inferior de la espalda, asma, hipertensión, fatiga crónica, depresión, entre otras. Durante una investigación se encontró que existe una conexión entre una experiencia negativa en una infancia temprana y el estado físico de una persona adulta.
Cómo mejorar la situación: con ayuda de una relación a base de confianza y conversaciones es posible conseguir mucho más que con amenazas y un cinturón.
8. “No me importa lo que quieres y lo que no”
Qué escucha un niño: “A nadie le interesan tus deseos”.
Consecuencias: entre más presión exista sobre un niño, más se resistirá. En el futuro podrá estar en cualquiera de dos extremos: una persona débil con una total ausencia de opinión o un rebelde que hará todo mal a propósito a pesar de que se haga daño a sí mismo.
Cómo mejorar la situación: siempre explícale a tu hijo su posición y por qué quieres que sea así. Es posible llegar a un acuerdo con tus hijos, por eso es mejor que se escuchen el uno al otro y sean sinceros. Por ejemplo, si un niño quiere algo muy caro y no tienes dinero para comprarlo, puedes decir: “sé que lo quieres, pero hoy no podemos permitírnoslo. Podemos comprar este otro, ¿quieres?”.
9. “No inventes”
Qué escucha un niño: “No me importan tus problemas” y “No te creo”.
Consecuencias: al negar los miedos de un niño, no resuelves el problema. Cualquier emoción (aunque sea causada por su imaginación) es real, y con estas palabras solo le enseñas a ocultar sus verdaderos sentimientos y preocupaciones. De estos niños se forman personas adultas cerradas e insensibles. No se puede ignorar los miedos infantiles.
Cómo mejorar la situación: trata de hablar sobre esos monstruos con tu hijo, hazle entender que le crees y siempre estarás cerca. Deja de utilizar la palabra “no”. Por ejemplo, reemplaza la frase “No inventes, no hay nada bajo tu cama” por “Vamos a ver, nos aseguraremos de que no hay nada”.
10. “Me avergüenzas”
Qué escucha un niño: “Eres malo”.
Consecuencias: cuando te den ganas de mencionarle sus defectos a tu hijo, vale la pena que recuerdes que él copia la conducta de sus padres. Y recuerda, la manera en la que lo llames se verá reflejada durante toda su vida. Por eso es posible adivinar qué tipo de niño será en un futuro si frecuentemente escucha: “perezoso”, “mal educado”, “mugroso”, “tacaño”, entre otras palabras.
Cómo decirlo de una mejor manera: demuéstrale con tu ejemplo un comportamiento digno. Si saludas a tus vecinos, llevas las envolturas hasta el basurero y eres atento a los demás, entonces tu hijo también “heredará” estos rasgos.
11. “No jugarás hasta que comas”
Qué escucha el niño: “Servicio por servicio”.
Consecuencias: esta táctica funciona hasta un momento determinado, pero pronto tu hijo comenzará a “negociar” contigo: “sacaré buenas calificaciones este bimestre si me compran una nueva computadora”, “sacaré al perro por dos horas si me compras una consola de videojuegos”, entre otras cosas. Este modelo de familia distorsiona la verdadera razón por la cual una persona debe hacer las cosas.
Cómo decirlo de una mejor manera: explica tu posición y por qué es importante que haga lo que le pides. Trata de no comprar el comportamiento de tu hijo: tarde o temprano, esto se saldrá de control.
12. “¡Cállate!”
Qué escucha un niño: “No te quiero”.
Consecuencias: cada palabra grosera volverá en el futuro, pero en esa ocasión, tú serás el ofendido. Los padres se sorprenden por la actitud negativa y el desprecio por parte de sus propios hijos, pero no recuerdan que a ellos se les olvidó tratarlos con respeto durante su infancia.
Cómo decirlo de una mejor manera: antes de comenzar un diálogo con tu hijo, trata de comprenderte a ti mismo: ¿por qué te molesta tanto ese comportamiento típico infantil? Posiblemente, el problema consista en una acumulación de preocupaciones negativas y tu hijo no debe convertirse en un “pararrayos”.
Y tú, ¿qué frases les prohibirías decir a los padres?
Bonus: 12 Consejos para lidiar con los niños sin necesidad de recurrir a los castigos
Trata de comprender las necesidades del niño
Un niño con mal comportamiento quiere, generalmente, llamar la atención de un adulto, aunque sea de manera inconsciente. Trata de conversar con él y entender lo que quiere: es posible que necesite más espacio para gastar su energía, o que tenga problemas de socialización en la escuela. Habla, siempre hay que dialogar.
Tiempo de calidad
Si has decidido tener hijos, no olvides que has asumido un compromiso con ellos y que deberás cuidarlos, pero también jugar y hablar. Debes entender que necesitas darles tiempo de calidad. Y no estamos hablando precisamente de algunos minutos en la misma habitación mirando tu celular o tu tablet, sino de salir juntos, aunque sea al parque de la esquina, compartir juegos de salón y, sobre todo, hablar de su día.
Debes demostrarles que estás presente. Este es un factor que brindará mucha seguridad emocional a tus hijos. Recuerda: lo ideal es pasar bastante tiempo con ellos y dedicarte de manera eficaz a su crianza. Si no tienes muchos minutos libres, procura estar verdaderamente presente en el rato que les puedas dedicar.
Deja los problemas de tu trabajo en la oficina
A veces parece difícil enfrentar los asuntos de la casa (tareas domésticas, educar a los niños) después de una jornada estresante de trabajo.
Sin embargo, debes separar las dos cosas, y es crucial que hagas esto. Tu trabajo puede ser muy estresante, pero llevar tus problemas a casa solo hará que tus hijos estén más agitados: los chicos son muy sensibles y perciben rápidamente cuando hay dificultades externas. Respira, cálmate y disfruta de la vida en familia.
Demuéstrales que te importan sus problemas
Pregúntale siempre a tu hijo lo que realmente le sucede, y muestra interés en eso. A veces, los niños no saben expresarse, y pueden llegar a ser irritantes y a hacer berrinches para demostrar lo que sienten. Pregúntales: “¿Qué te está ocurriendo?”, “¿Cómo te sientes con eso?”, “Háblame más sobre lo que le hiciste a tu hermano…”.
Esto ayuda a los padres a manejar los sentimientos del niño.
Sé claro
Intenta siempre conversar con tu hijo en un lenguaje accesible a él. Sé claro, directo y pregúntale si entiende lo que le dices. Si es posible, repítelo: dependiendo de la edad del niño, a veces este no está aún en capacidad de hacer abstracción, y corres el riesgo de que haga lo que dijiste al pie de la letra y no lo que realmente debería hacer. Los niños necesitan escuchar las reglas más de una vez para entenderlas claramente, y los padres deben ser pacientes y repetirlas tantas veces como sea necesario.
Evita discutir por todo
A partir de cierta edad, puedes responsabilizar a tus hijos para que realicen pequeñas tareas domésticas, tales como arreglar la cama y guardar los juguetes. En esa fase, si rompen algo, por ejemplo, evita gritar o regañar. Recuerda que eso también te puede suceder a ti, y que las cosas se rompen. Diles que recojan lo que se rompió, ayúdalos si la tarea es peligrosa (como juntar los pedazos de un vaso que se cayó), y enséñales a hacerlo de la manera correcta. Esto ayudará a tu hijo a madurar y a tener más cuidado la próxima vez.
Enséñales a resolver las cosas con calma
Enséñale a tu hijo a calmarse, dile que se retire a un lugar tranquilo en donde pueda respirar y esperar a que se le quite la rabia. Así, él sabrá que, en general, las decisiones tomadas de manera precipitada son, casi siempre, malas. Ayúdalo a reflexionar y a no actuar impulsivamente.
“Terapia” del abrazo
A menudo, la agresividad y las rabietas indican que los chicos necesitan cariño. Deja que se calme y conversa con él. Demuéstrale que, apenas se tranquilice, se ganará un gran abrazo. Será una “recompensa” que tu hijo no olvidará jamás.
Evita las listas interminables de tareas
Si ni siquiera nosotros, ya adultos, podemos cumplir con listas de tareas interminables, imagina a un niño de tres o cuatro años. Así pues, para evitar frustraciones, enumera no más de tres cosas por hacer. De esta forma, tu hijo tendrá más probabilidades de terminar, y se sentirá más seguro cuando le asignes otros deberes. Aquí, de nuevo, la claridad es crucial al momento de dar una orden.
Decir algo como “Guarda tus juguetes” puede ser más eficiente que decir solamente “¡Guarda todo ahora!”.
Sé flexible
Ser flexible no quiere decir perder autoridad ni dejar que los niños dicten las reglas de la casa. Puedes permitir que escojan entre hacer la tarea en la mesa de la cocina o en el cuarto, ponerse medias naranjas o azules… Eso no te quitará autoridad y los hará sentir más responsables. Además, estarás estimulando su independencia.
Da el ejemplo
Los niños aprenden más siguiendo un ejemplo que escuchando: literalmente imitan tu conducta. De manera que debes preocuparte por ser un modelo a seguir para tu hijo. Cumple lo que prometas, no mientas, pide disculpas, haz tu cama y admite que te equivocaste. Estarás dando un buen ejemplo del ser humano que quieres que tu hijo sea.
Trabaja el refuerzo positivo
La idea aquí es mostrar, por medio de dibujos e ilustraciones, lo que tu hijo hizo bien, y reforzar positivamente las cosas buenas y los buenos comportamientos. Si al final de la semana o el mes tienes más cosas buenas que comportamientos incorrectos, puedes ofrecer una pequeña recompensa. Nada excesivo, pero muy significativo: un paseo para ir a comer un helado, ir al cine, un abrazo y muchos más besos.
Estos son consejos sencillos que pueden ayudar a mejorar mucho la relación entre padres e hijos, pues la conversación y la negociación funcionan mucho más que cualquier castigo.
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