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6 Señales de que tienes en ti la bacteria de la pobreza


Uno no tiene la culpa de realizar compras impulsivas y tener el deseo de pedir préstamos. La hormona del estrés, cortisol, influye en la toma de decisiones: empeora la atención y la memoria, baja al mínimo los niveles de autocontrol y hechiza a una persona. El efecto que produce sobre el cerebro la sensación de sentirse pobre es el mismo que el que se produce tras pasar una noche en vela.

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Smalljoys averiguó qué señales revelan una actitud no saludable hacia el dinero.

Crees en las convicciones de tus padres

“No podemos permitírnoslo”, “Hace falta aferrarse a cualquier trabajo”, “No tenemos una máquina para hacer dinero”. Cuando toda la infancia has oído cosas de este tipo, la idea se graba a fuego en el subconsciente.

Las convicciones, incluidas las inculcadas por nuestros padres, influyen en la toma de nuestras decisiones sobre cómo hacer nuestro trabajo, qué y a qué precio comprar y qué estilo de vida llevar.

Las restricciones y las privaciones en la infancia hacen que la persona sea más propensa al estrés y la depresión. Las tareas sencillas, a primera vista, resultan más complicadas para esta, mientras que las dificultades menores son más desmotivadoras.

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Te preocupas por lo que dirán los demás

¿Conoces a personas que pidieron un préstamo para organizar una boda? ¿Compraron un vestido que costó 2 o 3 salarios o se negaron todo a sí mismos para pagar el banquete para 200 invitados?

La actriz Keira Knightley se casó con un vestido que llevaba colgado en su armario 5 años y, además, no fue la primera vez que se lo puso. Y como verás, el mundo no se ha derrumbado por eso, sus familiares no se ofendieron y sus vecinos no dejaron de saludarla.

No hay nada reprochable en una boda costosa si el presupuesto lo permite: un salario alto, un negocio estable, ingresos pasivos… Pero si la familia gasta todos sus ahorros en un día lujoso o se endeuda por ello, entonces esto es un síntoma de una mentalidad que piensa en la pobreza.

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Priorizas de manera incorrecta

Los economistas que han estudiado el problema de la pobreza estiman que una persona en una mala situación económica huye de la vida aburrida e insípida.

Quizás es por eso que, en la India, el 40 % de los ingresos anuales de las familias se gastaba en fiestas y ceremonias religiosas; en EE.UU., la gente se compraba bistecs y langostas con las ayudas sociales; mientras que en Marruecos, los aldeanos se permitían tener un DVD y TV por satélite, aunque se alimentasen de pan y té dulce.

Una persona, que se considera pobre comienza a clasificarse a sí mismo en un puesto más bajo que el resto. Para demostrar “una buena situación económica”, hace costosos regalos, alimenta a sus invitados con lo que le queda de dinero o se compra un teléfono pidiendo un préstamo por 3 años.

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Alivias el estrés con compras

Las personas que atraviesan por una situación económica difícil sufren de un enorme estrés. La producción de cortisol en estos casos aumenta después de llevar un año con esta vida. Esto afecta la memoria, la atención y la mentalidad.

La sensación de sentirse pobre tiene un efecto en el cerebro similar a pasar una noche entera sin dormir. La persona toma malas decisiones: pide préstamos con elevados intereses, compra cosas inútiles, se olvida de pagar sus cuentas y similares.

El autocontrol se reduce, no porque la persona no quiera controlarse a sí misma, sino por el aumento de la producción de cortisol y la concentración de la atención en la escasez de dinero.

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No te pones objetivos ni sueñas

Muchos están tratando de eliminar esa sensación de ser pobre, trabajando cada vez más. El problema de esta decisión radica en que una persona no se permite soñar ni establece metas, tampoco descansa, ni disfruta de la vida, lo único que hace es trabajar y trabajar (como el hombre de la ilustración).

En un estudio realizado en 2017, los científicos descubrieron que las personas con bajos ingresos se sienten menos capaces de cambiar algo e influir en los resultados. Debido a esto, simplemente, no se fijan objetivos y no los persiguen.

La planificación viene influenciada por las emociones que sentimos durante el día. Cuando nos sentimos tristes, nuestro objetivo es obtener un beneficio, aunque menor, pero ya mismo, y como resultado, acabamos perdiendo si esto se analiza con perspectiva. Cuando nos sentimos alegres e interesados por las cosas, se nos hace más fácil planificar el futuro, hacer planes y convertirlos en realidad.

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No puedes elevar tu nivel máximo de ingresos

En ocasiones, parece que la persona se atasca en un nivel de ingresos. Puede cambiar su esfera laboral, trabajar más intensamente. Pero eso no se refleja en los ingresos. Parece como si existiera un techo de ingresos que no se puede elevar.

Detrás de ese techo, por lo general, suelen existir creencias del tipo “Para ganar más, debo [trabajar 60 horas a la semana, defender mi tesis doctoral, tener buenas amistades]”, “Más dinero significa más problemas y responsabilidad, yo ya trabajo por tres”…

Una persona se acostumbra a su posición, logra vivir con su salario y siente incomodidad si de repente… este aumenta. Porque la sensación de inferioridad y de culpa sigue sin desaparecer.

¿Consiguió un plus en el trabajo? Lo soltará todo en una semana y no podrá ni recordar dónde ni cómo lo gastó. ¿Le ofrecieron un proyecto fuera del trabajo? Se aferrará a la carga laboral y perderá la oportunidad. El hábito de vivir con los mismos ingresos conduce a que todo aquello ubicado por encima de su techo habitual se desvanezca.

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Extra: ¿Tienes el síndrome del impostor?

¿Has conocido profesionales competentes que ganan muy poco dinero? Parecen no ver su valor y, a menudo, reniegan de este. Este fenómeno se denomina “síndrome del impostor”: a una persona le parece que sus resultados son la suma de unas coincidencias tocadas por la buena suerte. Pero si cada uno de nosotros espera hasta que se vuelva lo suficientemente competente, según sus propias sensaciones, la vida se pasará.

Tom Hardy, en una entrevista a la revista Esquire, afirmó que la gente, seguramente, se preguntaba para qué hacerle una entrevista añadiendo algo como: “¿Quién diablos es este tipo con dientes torcidos y barba? ¿Quién es este monstruo?”.

Emma Watson también experimenta algo similar: ella tiene la sensación de que no puede satisfacer las expectativas de los demás. Le parece que un día todos sabrán que ella es una estafadora que no merece todo lo que ha podido conseguir.

A pesar de estos pensamientos, continúan trabajando, sin darse por vencidos y, por eso, obtienen resultados.

¿Cómo son tus relaciones con el dinero? ¿Te gustaría más reciprocidad por su parte? ¿O tal vez sepas cómo erradicar en ti mismo la mentalidad de los pobres y quieras compartir tu experiencia con nosotros?

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Bonus: 19 Sencillas tácticas que ayudarán a que todos crean que eres absolutamente seguro de ti mismo

1. Adopta una postura segura

Estar encorvado es un signo de inseguridad, así que ahora mismo, endereza la espalda, levántate o siéntate derecho. Presta atención a tu discurso adoptando una postura de confianza. Deja de tartamudear. Una voz profunda y tranquila no solo convencerá a tu interlocutor, sino también te llenará de confianza a ti. Y no olvides que las personas seguras nunca caminan colocando las puntas de sus pies hacia adentro. El cerebro reacciona claramente a las expresiones faciales y la postura por lo que se recomienda adoptar una nueva posición de forma gradual, estableciéndola como la principal. De este modo, poco a poco te sentirás más cómodo y expresarás confianza en ti mismo.

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2. Elimina de tu discurso las palabras que indican vacilación

“Puedo…”, “parece”, “parece ser”, “probablemente”, “si no te molesta”, “no podrías”, estas frases no son simplemente una palabrería vana, sino que te exponen como una persona insegura. Olvídalas, y poco a poco también eliminarás de tu cabeza la duda. Si tienes un impulso de pronunciar alguna frase “dudosa”, mejor detén el discurso y haz una pausa. El interlocutor percibirá la conmoción y los silencios en la conversación como signos de sinceridad.

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3. Regresa a la infancia

“Cuanto más luches para deshacerte de los complejos, más te acecharán”, dicen los psicólogos. La táctica más correcta sería tratar de averiguar de dónde provienen esos complejos. ¿Tal vez alguien en tu infancia dijo descuidadamente que tienes ojos pequeños o grandes orejas? Bueno, realmente sería inútil seguir creyendo en eso en la actualidad.

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4. Encuentra tus puntos fuertes

¿Consideras que tus dientes son feos? Busca las particularidades hermosas que tienes. Para reconstruir tu autoestima, encuentra en el reflejo del espejo tu mirada expresiva, una piel uniforme y una sonrisa agradable. Y verás que tu cara es armoniosa en su totalidad, y las orejas no tienen nada que ver con eso.

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5. Di fácilmente adiós a quienes socavan tu confianza

¿Tu amiga una vez más en la conversación mencionó algún defecto tuyo? Esta es una razón seria para reflexionar sobre tu autoestima. Los estudios psicológicos demuestran que las personas inseguras son la causa de la mala actitud de los demás hacia ellas, aunque no sean conscientes de ello.

Evalúa tus relaciones con otras personas. Aquellas personas que siempre buscan verse bien en comparación con otros tienen complicados problemas psicológicos. Y ciertamente no necesitas la compañía de tales personajes.

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6. Habla de tus virtudes

Intenta recordar los hitos principales de tu vida y tus logros en cada una de las etapas. Reconoce tus propios méritos para lograr incluso un pequeño éxito. Ten un diario para asentar en él todas estas victorias.

En nuestra sociedad no tenemos la costumbre de hablar a otras personas sobre nuestros triunfos, ya que tememos que este comportamiento se tome por una fanfarronería. Sin embargo, declarar tus éxitos sin modestias te hace entender, en primer lugar a ti mismo, que vales algo.

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7. No trates de parecer mejor de lo que eres

Cuando vamos a una primera cita o intentamos impresionar a un posible empleador, nos esforzamos por mostrarle al interlocutor solo las cualidades positivas ocultando nuestras deficiencias. Claramente, esta es una táctica destinada al fracaso porque, incluso si eres contratado, no podrás ocultar por mucho tiempo tus defectos y todos tus “demonios” tarde o temprano tendrán que salir a la luz. Y los intentos estresantes de parecer el mejor de todos alejarán a las personas de ti, porque solo interpretarás un papel y la gente percibirá tal falsedad.

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8. Mantén tu opinión

¿Eres capaz de sostener una posición firme sobre algún tema? Si no, entonces tendrás que desarrollar este aspecto. Esto no significa ponerte terco y negarte a escuchar a los demás, pero sí tener como prioridad tu propia opinión. Una posición ponderada y firme que no oscila con las palabras de otra gente al azar te hará más fuerte. Este núcleo te ayudará a superar la inseguridad y la duda y evitará que te conviertas en una víctima de manipulaciones.

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9. Trata de recordar las ofensas que te han hecho

Siempre queremos dejar atrás las ofensas que nos han ocasionado algunas personas. Sin embargo, dejando lo negativo está en las profundidades del alma, no nos deshacemos de ello. Con el tiempo, esta carga se vuelve más pesada, envenenando nuestra existencia. Siéntate y concéntrate en recordar todas las ofensas y escríbelas en un cuaderno. Una vez finalizado este trabajo, comienza a “soltar” los insultos uno por uno. Gradualmente, desarrollarás el hábito de darte cuenta de lo negativo y trabajar en ello.

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10. Admite tus errores

El principio es el mismo que en el párrafo anterior: cerrar los ojos ante tus propios errores significa negar la experiencia que la vida te ha dado. El consejo es hacer un análisis escrito de las situaciones con sus desenlaces y, por ende, las conclusiones que tú hiciste en cada caso. ¿Cómo te ayudó esta o aquella historia que llamas error? ¿Qué lección te enseñó y cómo te puede ser útil hoy en día?

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11. Olvida los estereotipos femeninos o masculinos

¿Cuántas veces has escuchado que una chica debería ser modesta y frágil? ¿Tan a menudo que terminaste creyendo en eso? De modo que una personalidad brillante se vuelve apagada y dócil, solo para ajustarse a los estereotipos que hace tiempo que ya se han vuelto obsoletos. ¿Y cuántos hombres sufren por el hecho de que no les es “permitido” mostrar ternura y debilidad con la frase “los hombres no lloran”? Es hora de dejar estos residuos donde pertenecen: en el pasado.

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12. Describe los roles que adoptas

Todos llevamos máscaras. Esto es normal. Pero, a veces, algunas personas exageran tanto en fingir que terminan perdiéndose. Cada vez que niegas un aspecto de ti mismo para cumplir con las expectativas de alguien, pierdes puntos importantes de tu autoestima. Intenta recordar y clasificar tus roles: ¿cuándo, con quién y en qué situación te comportas de una manera u otra? ¿Qué beneficios tiene este comportamiento? ¿Cómo dejar de ir en contra de tu propia naturaleza, manteniendo buenas relaciones con los demás?

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13. Ocúpate de tu salud

¿No estás seguro de cómo puedes amarte a ti mismo? Ocúpate de tu salud. Comienza por ir al médico e inscríbete en el gimnasio. Junto con un cambio en tu estilo de vida, obtendrás una apariencia saludable y el hábito de prestarte atención se convertirá en la base de una autoestima saludable.

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14. Conviértete en el centro de atención

Las personas inseguras tienen miedo de llamar la atención. Pero la única manera de lidiar con tus miedos es enfrentarlos. ¿Sientes temblor en las rodillas ante la idea de hablar en público? Prepara un informe y encuentra la oportunidad de convertirte en un narrador.

Si tu trabajo no implica participación en conferencias o, al menos, reuniones, pruébate como modelo. Posa para los artistas o regístrate para una sesión fotográfica. Atrayendo las miradas de otros, te acostumbras a relacionarte con calma con la opinión de otra persona sobre ti.

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14. Usa una “pulsera de la felicidad”

Trata de recordar los momentos en que las cosas iban bien y estabas de ánimo. Por ejemplo, ha ocurrido un evento feliz o se ha logrado alguna meta: usa una pieza de joyería que se asociará con este éxito. Ahora, cada vez, en los momentos de confusión e incertidumbre, solo mira tu “accesorio feliz” y tus dudas desaparecerán.

15. No cambies de opinión

“No saber qué ropa ponerse” es el problema de elección con el cual se atormentan cada mañana millones de mujeres en todo el mundo. Los psicólogos aconsejan detenerse en la primera elección que se te ha ocurrido. E incluso si más tarde te das cuenta de que ese vestido azul no es el más adecuado para ti, igualmente póntelo.

Aprende a respetar tu elección incluso en cosas pequeñas. No le pidas consejo al camarero en el restaurante. Por la mañana, elige el camino para ir al trabajo y no te desvíes de él. Aprende a escucharte a ti mismo y un día notarás que tomar decisiones serias se ha vuelto mucho más fácil.

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16. Deshazte de la culpa

La culpa es una poderosa herramienta de manipulación. Es la herramienta que otras personas usan para controlarte. Y toda esa historia tiene raíces en la infancia. A veces, los padres ansiosos estresan a sus hijos provocándoles sentimientos de culpa más intensos, fingiendo “ataques cardíacos” cada vez que el niño hace algo “mal”, es decir, no actúa de la manera que ellos quieren. Después de haber absorbido estos patrones de comportamiento, muchos cargan con el sentimiento de culpa a lo largo de sus vidas, convirtiéndose en una víctima de la manipulación de los demás.

Habiendo perdonado los agravios causados ​​por otras personas, no olvides también perdonarte a ti mismo. Recuerda que el resentimiento es siempre una elección, aunque no seas consciente de eso. Sentir resentimiento y culpar al otro por tus problemas es un ejemplo de una actitud destructiva. No dejes entrar en tu vida ese oscuro sentimiento de culpa que las personas interesadas te quieren imponer.

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17. Determina qué te impide alcanzar tu objetivo

Toma una hoja de papel y escribe tu meta. Luego, anota las pautas que te impiden lograrla. Después de eso, escribe las frases opuestas a las pautas negativas, por ejemplo: “Soy fuerte”, “Soy hermosa”, “Soy rica”, “Tengo éxito”, etc. Luego pídele a una persona cercana que te susurre estas frases al oído tocándote el hombro.

También puedes decirlo tú mismo mientras te mueves de un pie a otro. De este modo “programas” tu cuerpo a recordar una nueva pauta positiva.

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18. Encuentra tu defecto en alguna persona célebre

¿Tienes dientes torcidos o piernas cortas? Echa un vistazo más de cerca a la actriz o al actor con la misma característica. Por ejemplo, en una entrevista con Gerard Butler, él habla sobre su oreja de soplillo y que los maquilladores a veces tenían que pegarla al cráneo para que no sobresaliera tanto. Mila Kunis tiene ojos de diferentes colores y su esposo Ashton Kutcher tiene fusionados entre sí los dedos de su pie. A pesar de las posibilidades casi ilimitadas de la cosmetología y la cirugía plástica, no todas las estrellas tienen prisa por corregir su apariencia. Las celebridades del mundo consideran su defecto físico una particularidad encantadora, así que, ¿por qué no seguir sus ejemplos?

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19. Localiza dónde se halla la inseguridad

Trata de describir tu sentimiento de inseguridad lo más concretamente posible y encuéntralo en tu cuerpo. Cierra los ojos y concéntrate. ¿A qué se parece ese sentimiento, cómo se ve, en qué órgano reside? Respondiendo a estas preguntas, muchas personas hacen analogías con un agujero negro o un pantano sucio, pero tu asociación debe ser subjetiva e individual.

Luego, maximiza esta sensación y llévala al punto extremo. Continúa hasta que la inseguridad “estalle” como una burbuja de jabón, liberándote.

Quizás el consejo más importante, aunque banal, es no preocuparse por las opiniones de los demás. Olvídate de los estereotipos impuestos por los medios y la industria cinematográfica. Y cada vez que tengas un fuerte deseo de cambiar algo en ti, recuerda que la insatisfacción con tu apariencia puede ser un síntoma de problemas psicológicos más profundos. La armonía contigo mismo es mucho más importante que la adecuación a los estereotipos impuestos, ¿estás de acuerdo?

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