Está comprobado científicamente que, por naturaleza, el ser humano tiene atributos de altruismo. Por eso, en ocasiones, tratamos de ayudar a las personas, incluso a expensas de nosotros mismos.
Prestas tus servicios profesionales de forma gratuita
Probablemente hayas pasado por una situación en la que alguien te haya pedido ayuda porque lo que este sujeto necesita está relacionado directamente con tus actividades profesionales. Después de todo, “¿qué te cuesta hacerlo?”. Esto aplica especialmente para las profesiones artísticas, tales como pintores, publicistas, periodistas y diseñadores.
En este caso, al ayudar gratis no solo desvalorizas tus propios conocimientos, capacidades y habilidades, sino que también pierdes dinero, el cual podrías ganar al hacer lo mismo para otras personas.
No puedes hacer lo que te piden correctamente
La autora del popular artículo Por qué dejé de ayudar a las personas y te aconsejo hacer lo mismo,Cammi Pham, dijo que es mejor no ofrecer ayuda si no puedes brindarla correctamente. A modo de ejemplo, ella contó esta historia. Sus padres se fueron al extranjero y le pidieron que cuidara sus flores. Pero Cammi no era muy buena en eso, así que una parte de ellas se inundó y la otra se secó. De acuerdo con su opinión, si ella hubiera aceptado con honestidad que no tenía idea de cómo cuidar las plantas, sus padres hubieran encontrado a una persona más competente para desempeñar esa tarea, y nada malo habría sucedido.
Frecuentemente le das dinero a alguien
Mendigos profesionales, amigos a los que siempre les hace falta un poco, familiares que constantemente intentan sobrevivir hasta la siguiente quincena… A todas esas personas también hay que aprender a decirles “No”. Ellas están tan acostumbradas a vivir de donaciones voluntarias y a contar con tu ayuda en todo momento que simplemente no se esfuerzan para cambiar su situación de alguna manera.
Muchas personas incluso rechazan un trabajo más rentable, pero, al mismo tiempo, más complicado, porque sienten que el dinero que ganan es suficiente. Debes dejar de gastar tu propio dinero en aquellos que ni siquiera lo aprecian.
La caridad no justifica su propósito
La caridad tóxica es la recaudación de fondos que no tiene como fin ayudar a los necesitados, sino satisfacer las ambiciones de alguien y crear una imagen de salvador entre aquellos que recaudan dinero para niños enfermos o animales. Tal caridad puede identificarse por una recopilación espontánea, la ausencia de algunos reportes y voluntarios falsos. Al ver conmovedoras fotografías no hay que ceder ante las emociones y transferir dinero a la cuenta bancaria de personas desconocidas. De tal manera, no solo no ayudarás a quien esperabas, sino que únicamente le darás satisfacción a aquellos que se aprovechan de la desgracia de otros, tanto en el plano emocional como en el financiero.
El deseo de ayudar es una necesidad
Muchos psicólogos recomiendan no ayudar a una persona hasta que ella lo pida. Tal vez, esta no necesite de tu asistencia. Hay ocasiones cuando el deseo de ayudar es una gran necesidad para sentir que alguien te necesita o quedar bien expensas de otra persona, pero hacerlo solo molestaría al otro y lo retrasaría.
El verdadero motivo es satisfacer tu propia ambición
El triángulo dramático de Karpman es un modelo social y psicológico de relaciones entre las personas descrito por el psiquiatra Stephen Karpman. De acuerdo con él, una persona puede actuar en uno de tres papeles: víctima, acosador o salvador. Los objetivos del último son menos evidentes. A primera vista, podría parecer que quieres ayudar a la víctima y que estás esforzándote al máximo por hacerlo. Sin embargo, en realidad, el salvador tiene motivos ocultos. Por ejemplo, le puede gustar sentir que alguien depende de él o que confían en él. En este caso, la ayuda solo es una posibilidad de cumplir un deseo propio.
La persona siempre suele confiar en alguien
Al superarse a sí misma, una persona adquiere experiencia, similar a la inmunidad contra algunas enfermedades. Si no dejas que el otro resuelva de manera independiente algunos de sus problemas, entonces no obtendrá las destrezas necesarias para superar situaciones parecidas en el futuro.
Al ayudarle, no tienes que hacer el trabajo de esta persona por completo. Solamente puedes facilitar su tarea si esta no puede solucionarla de manera objetiva.
Es tarea de los niños
Desde luego, esta no es una regla universal. Sin embargo, muchos padres intentan resolver y hacer todo por sus hijos, desde la elección de comida hasta las tareas escolares y la elección de amigos. Un niño educado de tal manera simplemente no podrá hacer muchas cosas por si solo ni podrá tomar decisiones fundamentadas. Por ejemplo, no aprenderá a percibir una situación de manera autónoma si constantemente sus padres hacen eso por él, lo que afectará la construcción de sus relaciones a una edad adulta. Sin embargo, a los niños se les tiene que dar el ejemplo y enseñarles cómo comportarse ante nuevas y complicadas situaciones. Al mismo tiempo, no es correcto dejarlos solos al momento de resolver tareas muy difíciles. De lo contrario, esto afectará su estado psicológico y la confianza hacia los padres y el mundo.
La ayuda excesiva conduce a una percepción distorsionada del mundo
Ayudar en todo a un niño de manera constante esconde otra amenaza. Si él no aprende a lidiar con las dificultades por sí solo y no comprende que no todo ocurrirá como él quiere, entonces podrá caer frecuentemente en un estado de frustración en el futuro.
Esto ocurre cuando las expectativas de la realidad y los deseos no se ajustan a las posibilidades o a lo que está ocurriendo en ese momento, debido a lo cual, una persona parece quedarse inmóvil. La gente comienza a experimentar estrés, preocupación e irritabilidad, y, más adelante, la frustración puede generar depresión.
Ayudas “por qué” y no “para qué”
Con frecuencia ayudamos a una persona porque es nuestra amiga, familiar o alguien que nos hizo un favor en el pasado. Sin embargo, algunos especialistas aconsejan no prestar atención a lo que ya sucedió, sino al futuro. Es decir, ayudar a cumplir un objetivo. De tal manera, la asistencia será más útil y estará dirigida hacia los resultados.
Otorgas regalos a niños que viven en hogares infantiles
Esto puede parecer extraño, pero cada vez son más los especialistas que aconsejan no entregar regalos especiales o personales a niños que viven en hogares infantiles. Ellos se acostumbran al hecho de que muchas cosas aparecen simplemente porque sí y no aprenden a valorarlas. Además, con frecuencia, esto conduce a conflictos con el grupo infantil, y, en el futuro, a problemas en la vida adulta.
Es mejor regalarles a estos niños tu tiempo y atención. Algunas cosas prácticas pueden ser útiles, por ejemplo, lápices, tijeras, plumas, sacapuntas, entre otras.
Bonus: 14 Hábitos inocentes que nos hacen perder nuestra salud y belleza todos los días
Todos los días realizamos acciones comunes y algunas de ellas inconscientemente, porque estamos acostumbrados. Nos lastimamos y nos lamemos la herida, nos enfrentamos a un problema y nos apresuramos a compartirlo con un amigo o con nuestra pareja, y así sucesivamente. Y no nos ponemos a pensar en eso, pero estos hábitos pueden ser peligrosos para la salud.
1. Masticamos las pastillas
No todas las pastillas son fáciles de tragar debido a su tamaño o textura; a veces las rompemos con los dientes o las trituramos con una cuchara hasta convertirlas en polvo. Pero podemos hacernos daño: la sustancia de las pastillas debe ingerirse y disolverse gradualmente. Habiendo masticado una pastilla de este tipo, corremos el riesgo de una sobredosis o de dañar la mucosa gástrica. El recubrimiento de la píldora le permite preservar sus propiedades farmacéuticas antes de ingresar al intestino, donde este será absorbido.
Así, la mucosa gástrica estará protegida de los efectos químicos negativos del fármaco. Puedes obtener un efecto secundario incluso por inhalar medicamentos triturados. Para evitar sensaciones desagradables al tragar una pastilla, haz lo siguiente: en el momento de la ingesta, inclina un poco la cabeza hacia atrás: el flujo de agua enviará el medicamento al estómago. Al tragar cápsulas, la cabeza se inclina hacia el pecho, después de lo cual la barbilla se tira ligeramente hacia adelante.
2. Tomamos baños de inmersión con bombas o con sales
Una o dos horas en un baño caliente con espuma o sal fragante es un excelente método de relajación, ¿no es así? Pero puede ser dañino para la salud de las mujeres: los colorantes y los aromatizadores que componen los aditivos alteran el equilibrio ácido base de la microflora de la zona íntima. El resultado: irritación de la piel sensible o riesgo de infección del sistema urogenital.
3. Usamos el gel de ducha demasiado seguido
El gel de ducha no es saludable por la misma razón que un antiséptico para las manos: elimina de la piel no solo los microorganismos dañinos, sino también las bacterias que favorecen la salud de la persona. Con el tiempo, la piel se vuelve más seca, las arrugas aparecen más rápido. Por supuesto que no hay que deshacerse del gel o del antiséptico del todo, pero si lo usas con menos frecuencia, podrás prolongar la juventud de la piel.
4. Usamos el jabón en barra en lugares públicos
El jabón se percibe como algo de por sí limpio, pero en la superficie de una barra de jabón hay bacterias. Pueden ser transferidos de una persona a otra por contacto. Por lo tanto, en lugares públicos es mejor dar preferencia al jabón líquido o a toallitas húmedas.
5. Solo hacemos ejercicios cardiovasculares
¡Qué agradable es hacer ejercicio en una caminadora o en bicicleta estacionaria y observar cuántas calorías desaparecen cada vez! En esos momentos pensamos: “Si el ejercicio cardiovascular tiene un efecto tan sorprendente, ¿para qué hacer entrenamiento de fuerza o estiramiento?”. Y dejamos estos para “más adelante”.
Como resultado, los músculos se acostumbran a la carga y el exceso de peso ya no se va tan rápido como nos gustaría. Para que los entrenamientos brinden el máximo beneficio, es necesario alternarlos regularmente y darle descanso al cuerpo, haciendo pausas entre los ejercicios. No lo olvides: el 70 % del éxito al perder peso depende de la nutrición y solo el 30 % del ejercicio.
6. Nos salteamos el desayuno o el almuerzo para comer más cantidad más tarde
Saltarse las comidas de la mañana o de la tarde parece una táctica ingeniosa. Creemos que la falta de calorías en la primera mitad del día se puede compensar fácilmente con una cena rica y sabrosa. ¡Si la cantidad de las calorías es la misma! Por desgracia, no funciona así: el hambre provoca irritabilidad, reduce el tono muscular y la posibilidad de comer en exceso por la noche aumenta dramáticamente. Si no quieres comer mucho en el desayuno o en el almuerzo, reemplaza la tostada habitual con una banana, nueces o un vaso de leche.
7. Solo bebemos agua embotellada
Una botella de agua de la tienda más cercana nos salva de la sed, especialmente en los días de calor. Pero no es bueno excluir del todo el agua común. Lo cierto es que el agua embotellada no contiene fluoruro, que es necesario para tener dientes sanos. Hoy en día, cada vez más personas sufren de la falta de este elemento. Por lo tanto, puedes llevar contigo agua filtrada y usar la embotellada solo en los casos extremos.
8. Nos ponemos protector solar constantemente
En los últimos años, la idea de usar protector solar regularmente se ha vuelto muy popular: aquí y allá se recomienda aplicarlo en la cara, en el cuello, en las manos y en otras áreas expuestas del cuerpo. La mejor prueba es la experiencia de las bellezas asiáticas, que a sus 60 parecen tener 30 años. Pero olvidamos que esto se debe en gran medida a la genética. Al usar la crema todos los días, privamos al cuerpo de la capacidad de producir vitamina D. Su deficiencia en el organismo causa melancolía y mal humor, y en la vejez aumenta las posibilidades de esclerosis múltiple. La mejor solución es agregar a la dieta alimentos ricos en vitamina D (pescado y mariscos, hígado, huevos) y no excluir los baños solares de la rutina diaria.
9. Tachamos las cosas por hacer en un anotador
Tachar otro quehacer en la lista de las tareas pendientes nos trae alegría, y ver un plan completamente cumplido al final del día es el doble de placentero. Sin embargo, vivir cada día siguiendo el horario programado estrictamente puede ser peligroso para la psique: intentamos hacerlo todo (incluso en detrimento del descanso) y nos preocupamos cuando no lo logramos.
El resultado es un aumento de los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Permítete dejar un par de quehaceres para el día siguiente, y no te reproches no haber hecho todo a tiempo: te volverás mucho más tranquilo y productivo al día siguiente.
10. Nos quejamos con nuestros familiares y amigos
Nos parece que si compartimos un problema con un amigo o con un ser querido, sentiremos alivio. Algunos estudios sugieren lo contrario: una discusión conjunta de problemas aumenta las emociones negativas y contribuye a la depresión. En las mujeres, este tipo de conversaciones aumenta el estrés. Mantener las emociones dentro de uno no es menos perjudicial, pero tampoco hay que excederse con las quejas sobre la vida.
11. Nos humectamos la piel excesivamente
Humectar la piel de las manos o de la cara al sentir que se han resecado es un deseo natural. Pero no te apresures a aplicarte la crema en cada oportunidad que tengas. La hidratación excesiva y regular de la piel lleva al hecho de que deja de producir una secreción de suavizado natural.
Con el tiempo, la piel se vuelve más seca y dependemos de los humectantes. Para evitar esto, limítate a una fina capa de crema hidratante cuando es realmente necesario (por ejemplo, después de limpiar mucho o en la temporada de frío).
12. Agarramos los recibos y las facturas de papel
Controlar las finanzas y las cuentas es un buen hábito. Pero el hecho es que en la superficie de los documentos de papel hay bisfenol A, o BPA, una sustancia tóxica que tiene un efecto destructivo en el sistema endocrino y puede empeorar la salud general. Esto no significa que no puedas tocar un recibo: el bisfenol puede tener un efecto negativo solo con un contacto prolongado y constante. Por lo tanto, será suficiente con simplemente minimizar la interacción con los cheques impresos, dándole preferencia a los documentos electrónicos cuando sea posible.
13. Nos depilamos los pelitos de la nariz
En cuanto descubrimos unos pelitos en la nariz, comienza a parecernos que los ven absolutamente todos alrededor. No te apresures a deshacerte de los vellos no deseados, porque el folículo sin pelo se vuelve más vulnerable a las bacterias. Al quitar los pelitos, en la superficie interna de la cavidad nasal pueden aparecer heridas. Además, los pelos nos protegen del polvo excesivo y de las partículas dañinas del aire.
14. Nos maquillamos el borde interior del párpado inferior
Una capa de delineador de ojos o lápiz en el contorno interior del párpado inferior le da al maquillaje un aspecto acabado. Pero, si usas lentes de contacto o si tus ojos son sensibles, ten cuidado. Las partículas más pequeñas de los cosméticos se acumulan en la película lagrimal y pueden rayar el ojo o la lente de contacto, causando incomodidad. En algunos casos, incluso es posible contraer una infección ocular.