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11 Hábitos higiénicos aparentemente inofensivos que no son buenos para ti


La higiene es uno de los aspectos más importantes en la vida de cualquier persona. A menudo, sin pensar en las consecuencias, colgamos una esponja mojada en un gancho y usamos desodorantes en aerosol. Pero estas acciones aparentemente inofensivas pueden dañar la salud, aunque cueste creerlo.

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Smalljoys descubrió qué hábitos higiénicos no son tan útiles como se solía pensar.

1. Utilizar bombas de baño aromáticas con demasiada frecuencia

Uno de los ingredientes más tóxicos en la composición de una bomba de baño es el aditivo aromático. Hasta el 95 % de esos productos están hechos de petróleo, y algunos de ellos pueden afectar nuestros niveles hormonales. Especialmente se debe tener cuidado con el acetaldehído: un carcinógeno peligroso que puede afectar a los sistemas respiratorio y nervioso, así como a los riñones.

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2. Aplicar perfume en la ropa interior

Con frecuencia, la irritación de la piel en lugares íntimos es un síntoma de dermatitis por contacto, y puede ser provocada por varias razones. Como regla general, es causada por los detergentes o los materiales sintéticos, pero los factores de riesgo también incluyen el uso de perfumes, por lo que los médicos recomiendan evitar aplicarlos en la ropa interior.

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3. Aplicar cremas hidratantes o mascarillas con demasiada frecuencia

 

Una forma sencilla de entender si usas demasiada crema hidratante es hacer un seguimiento de la duración del tubo de producto. Si dura varios meses, entonces todo está bien. Pero si solo te sirve por unas pocas semanas, vale la pena reducir su uso.

También hay signos indirectos de piel sobrehidratada: poros obstruidos, grasitud y la aparición de acné (en caso de que antes no lo tuvieras). Si usas crema con demasiada frecuencia, los mecanismos de hidratación naturales de tu cuerpo se deteriorarán con el tiempo.

Los expertos recomiendan usar crema 1 vez por la mañana y 1 vez por la noche si tienes la piel seca. En otros casos, será suficiente aplicarla solo 1 vez al día.

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4. Cepillarse los dientes inmediatamente después de comer

Por muy paradójico que parezca, no es aconsejable cepillarse los dientes justo después de comer, especialmente si en tu menú hubo comida o bebidas ácidas. El hecho es que el ácido reacciona con la pasta de dientes y, entre los dos, destruyen el esmalte dental. Por lo tanto, es mejor esperar una hora o incluso dos antes de cepillarse, aunque si puedes recurrir al hilo dental inmediatamente después de terminar un platillo, para remover con seguridad cualquier partícula que pudiera haber quedado atrapada entre tus dientes.

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5. Usar jabón antibacterial

El jabón puede contener triclosán, un elemento capaz de alterar el nivel de testosterona y hormonas tiroideas. En grandes cantidades, esta sustancia provoca crecimiento celular descontrolado, incluido el de las células cancerosas.

El triclosán se encuentra en casi el 75 % de los jabones antibacteriales, así como en productos de limpieza y algunas pastas de dientes. Como dato adicional, este elemento está oficialmente prohibido en Canadá y Estados Unidos, ya que los fabricantes de cosméticos no pudieron demostrar su seguridad.

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6. Usar exfoliante

Se cree que el uso de exfoliante hace más daño que bien. Al eliminar la capa superior de piel muerta destruimos la barrera protectora natural entre el epitelio y el ambiente externo. El proceso ayuda a eliminar el brillo graso, pero la paradoja es la siguiente: al destruir la capa protectora, la piel comienza a producir grasa de forma activa, lo que hará que tu rostro tenga aún más brillo.

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7. Guardar las esponjas en un lugar húmedo

Una esponja húmeda es un verdadero caldo de cultivo de bacterias. Además, si se guarda en el cuarto de ducha, puede convertirse en un criadero de moho. El uso de este elemento en esas condiciones puede causar irritación de la piel y acné.

La manera ideal de evitar consecuencias es guardar la esponja en un lugar seco y ventilado, o usar cepillos que se sequen mucho más rápido. También se puede lavar este objeto en la lavadora: los dermatólogos recomiendan hacerlo cada 3 o 4 días.

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8. Dar preferencia a los desodorantes en aerosol

El principal peligro de los aerosoles es que los inhalamos, lo que puede provocarnos náuseas, episodios de asfixia, alergias y hasta el desarrollo de asma.

A pesar de que muchos fabricantes de desodorantes en aerosol advierten que no se los debe utilizar en espacios reducidos, todavía seguimos aplicándolos en el interior de casa. Es mejor optar por las versiones en barra si no se tiene la posibilidad de usar un aerosol como se indica en las recomendaciones del envase.

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9. Uso constante de protectores sanitarios diarios

En primer lugar, los médicos recomiendan elegir toallas sanitarias sin fragancias para evitar la irritación de pieles sensibles. Además de eso, se descubrió que el uso constante de protectores diarios aumenta enormemente el riesgo de padecer candidiasis. Si, en virtud de las circunstancias, aún necesitas usarlos todos los días, entonces debes cambiarlos con más frecuencia y quitártelos por la noche.

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10. Recurrir a duchas íntimas

A pesar de que las duchas íntimas ya no están de moda, muchas continúan “autoprescribiéndose” este procedimiento, utilizando diversas hierbas medicinales para llevarlo a cabo. En Estados Unidos, una de cada 5 mujeres lo hace. El problema es que la solución medicinal utilizada altera el entorno natural interno, el cual normalmente protege nuestro cuerpo contra las infecciones.

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11. Arrancarse los pelos de la nariz

La función de estos pelos es filtrar el aire y no permitir que partículas sólidas penetren en el cuerpo. Eliminarlos puede llevar a 2 consecuencias desagradables:

  1. Si quitas un pelo, entonces se formará una pequeña herida que puede infectarse, provocando inflamación.
  2. La filtración de aire ya no será tan completa, lo que facilitará la entrada de partículas extrañas a tus vías respiratorias.

La solución ideal para el problema cosmético de los pelos que sobresalen es usar una cortadora de vello nasal o, al menos, tijeras para uñas.

¿Tienes alguno de estos hábitos? ¿Sabías que podían ser peligrosos? Cuéntanos en la sección de comentarios.

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Bonus: Cómo han variado los trajes de baño a lo largo de la historia (menos mal que 2010 ya pasó)

Década de 1910

Con la llegada del transporte ferroviario, se hizo más fácil y más rápido para las personas recorrer cientos de miles de kilómetros, lo que contribuyó al desarrollo del turismo y a la aparición de centros turísticos populares. Pero los representantes de la clase alta no querían desvestirse en público. De esta manera, surgió la necesidad de diseñar una prenda con la que no sería vergonzoso aparecer en la playa. El primer traje de baño para mujeres estaba confeccionado como un vestido con pantalones. Por su parte, los hombres se bañaban en calzones cortos con una parte superior cerrada, para no avergonzar al resto con sus torsos velludos.

Otro rasgo distintivo importante de principios del siglo XX fueron las máquinas de baño, que permitían guardar los buenos modales escondiendo a los bañistas de las miradas indiscretas. La gente en la orilla entraba en la máquina de baño, se cambiaba de ropa y salía directamente al agua. Estas se movían sobre raíles gracias a la ayuda de caballos.

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Década de 1920

Más adelante, los Juegos Olímpicos influyeron en el aspecto de los bañadores. Cuando se incluyó a la natación dentro del programa de competición, se hizo evidente que los trajes de baño voluminosos eran incómodos para los deportistas. En 1912, las nadadoras sorprendieron al público con sus modelos atrevidos: sus vestuarios ya no cubrían ni los brazos ni las piernas. Por supuesto, otras mujeres también quisieron tener más libertad, por lo que los bañadores se volvieron mucho más atrevidos.

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Década de 1930

En los años 1930, el aspecto de los trajes de baño repetía el estilo del modelo mencionado en el punto anterior, pero aparecieron diferentes colores. Además, gracias a Coco Chanel se puso de moda la piel morena, por lo que las mujeres comenzaron a enfatizar su bronceado añadiendo accesorios. Y a los hombres, por su parte, se les permitió mostrar el torso y aparecer en público con pantalones cortos.

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Década de 1940

La Segunda Guerra Mundial afectó todos los aspectos de la vida humana, por lo que también cambió la tendencia de moda de los trajes de baño. Era necesario reducir el uso de fibras naturales en la producción de la ropa, por lo que apareció un modelo de dos partes.

Louis Réard, quien tenía un negocio familiar de producción de ropa interior, notó que las mujeres en las playas, con frecuencia, remangaban los bordes del bañador para obtener un bronceado uniforme. De esta manera surgió la idea del bikini. En 1946, se presentó al público un nuevo modelo de traje de baño, pero la exposición del ombligo femenino agitó al público: la gente aún no estaba preparada para eso.

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Década de 1950

El mundo del cine no quiso renunciar al bikini: las chicas con trajes de baño abiertos atraían al público, convirtiéndose en una garantía de éxito de taquilla. La primera mujer que se atrevió a aparecer con un bañador de este tipo no en un set de rodaje, sino en una playa de Cannes, fue la encantadora Brigitte Bardot.

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Década de 1960

En los años 1960, las mujeres aficionadas a la moda optaban por diferentes modelos de bañadores, pero lo importante era que estuviera hecho de un nuevo material elástico y de secado rápido llamado licra.

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Década de 1970

En la década de 1970, las chicas ya no podían resistirse al bikini, y, tras superar su propia timidez, comenzaron a adquirir bañadores cómodos para tomar el Sol. Los fabricantes estaban tan inspirados por la demanda de este modelo que comenzaron a añadir la terminación “kini” a todos los demás trajes de baño. Así, por ejemplo, apareció el monokini: un modelo de una sola pieza con cortes profundos a los lados.

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Década de 1980

En los años 1980, regresó la moda por los trajes de baño de una sola pieza, ya que se comenzaron a popularizar las fiestas a los lados de las piscinas. Aquellas que acudían a la playa para broncearse optaban por el bikini, solo que ese modelo de traje de baño se volvió diminuto.

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Década de 1990

En la década de 1990, muchos veían Guardianes de la bahía, y el momento más espectacular de la serie era ver correr en cámara lenta a Pamela Anderson y a sus compañeros de reparto. Por supuesto, nadie podía olvidar los “uniformes” de las chicas: un traje de baño rojo de una sola pieza, el cual ganó una popularidad increíble.

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Década de 2000

En estos años, los minibikini volvieron a ocupar el primer puesto en popularidad, pero se complementaron con pareos de tamaños diferentes: desde falditas modestas hasta un gran trozo de tela con el que se podía hacer un vestido o una falda larga.

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Década de 2010

En la década de 2010, los modelos de bañadores incómodos volvieron: los monokinis (que se veían espectaculares, pero arruinaban todo el bronceado) y el brasier bando (la mayoría de las veces, sin tirantes), que solo las chicas con suerte lograban “domesticar”.

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Año 2019

Este año, en la cima de la moda permanecen los bañadores retro de talle alto, los de estilo sporty chic en llamativos tonos neón, y el bikini clásico, ideal para lograr un bronceado más uniforme.

¿Qué hay de ti? ¿Qué modelo de traje de baño te gusta más? Cuéntanos en la sección de comentarios.

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